Me atemorizan los números impares,
las preguntas sin respuesta,
las sonrisas fingidas
y los abrazos forzados.
Me acojona que me miren a los ojos,
casi tanto como tener que mirar,
las conversaciones serias
y tener que explicar lo que siento.
Me aterran las calles sin gente,
caminar sola por la noche,
la estación de Simancas
y coger el coche con lluvia.
Me horrorizan las explosiones,
el olor a quemado,
que el cielo esté gris,
y las tormentas de rayos.
Me intimida montar en un ascensor con cristalera,
los parking cuando suena música uniforme,
las carreteras con baches
y hasta no ver la luz de la Luna.
Me alarman éstos versos,
que no estén a la altura de quien los lea,
o que no llegue a leerlos nadie.
No sé, creo que en el fondo
todo es lo mismo.
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